Michael Phelps prueba suerte en el golf

(Foto: Sebastián Díaz de León)

Calienta los brazos como si aún se fuera a tirar a la alberca a competir. Michael Phelps no puede evitarlo: ese movimiento automático de hombros y brazos lo delata, como si su cuerpo todavía recordara los días de gloria olímpica. Pero esta vez no hay agua ni carriles, sino fairways, greens y drivers.

El 23 veces medallista de oro en Juegos Olímpicos cambió el traje de baño por la polo y la gorra para jugar el Pro-Am del World Wide Technology Championship, en El Cardonal, el campo diseñado por Tiger Woods (82 veces) ganador del PGA Tour.

Desde que llegó al tee del hoyo 10, Phelps impuso presencia. Alto, con paso tranquilo y sonrisa fácil, saludó a todos como si estuviera en casa. Su grupo para la jornada no era poca cosa: los profesionales Patrick Fishburn y Kevin Streelman, acompañados de los amateurs Tom Lape, Jhon Sawin y Danny Sullivan. Entre bromas y comentarios sobre el viento, el ambiente fue tan relajado como competitivo.

«Lo descubriré por primera vez (el campo), nunca lo jugué, así que veremos cómo me va; ojalá pueda dejarla en el pasto corto», señaló en entrevista exclusiva para Excélsior.

«Jugué esta mañana, tengo una casa acá desde hace 12 años así que es bueno estar de vuelta y a ver cómo me va en este campo. Me gusta mucho la comida mexicana, tengo en casa un chef que siempre nos prepara cosas típicas de México”, añadió.

Phelps fue el último en pegar su tiro de salida. Tomó el driver, respiró profundo —ese mismo aire que un día usó para romper récords mundiales— y soltó un golpe sólido que recorrió más de 250 yardas. El sonido del impacto arrancó un “¡wow!” generalizado y una sonrisa de satisfacción en su rostro.

El ‘Tiburón de Baltimore’ no necesitó alberca para demostrar que sigue teniendo toque de campeón. Entre swings, autógrafos y selfies, disfrutó el golf con la misma pasión que alguna vez lo llevó a lo más alto del podio. Y aunque el escenario era distinto, la esencia seguía ahí: competitividad, talento y ese magnetismo que solo tienen las leyendas.

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